
Por: Caio Cesar Sampaio
Durante muchos siglos, las autoridades y los dogmas de la Iglesia raramente fueron contestados. Por una parte, porque todos los que lo intentaron recibieron un tratamiento doloroso y poco Cristiano y, por otra parte, porque los primeros líderes que lucharon para aumentar el poder de la Iglesia, probablemente juzgaron que la idea de un cielo y de un infierno inmediatos les otorgaba más poder y autoridad que la de enseñar la doctrina de la reencarnación, ya que ésta promete no solamente una segunda oportunidad, sino muchas otras. Se hace difícil modificar o invertir un Dogma instituido. Por este motivo, determinadas corrientes cristianas están encarceladas en una “jaula teológica” predeterminada.
La idea de la reencarnación fue aceptada en principio por los proto-cristianos, o por lo menos, por aquellos que conseguían entenderla. De entre los llamados “Padres de la Iglesia”, fueron muchos los que la aceptaron o especularon acerca de esta cuestión. Durante los cinco primeros siglos después de Cristo.
entre los cristianos nunca se pensó que la reencarnación podría ser contraria a las enseñanzas del Maestro Jesús.
San Jerónimo (331-420) subrayó la necesidad de las vidas sucesivas. San Agustín (354-430) se preguntó “¿no viví en otro cuerpo antes de entrar en el seno de mi madre?”. Clemente de Alejandría (150-213), padre de la Iglesia griega, declara que la reencarnación o “metapsicosis” es una verdad transmitida por la tradición y autorizada por San Pablo. San Gregorio de Nisa (332-398) afirmó que el alma inmortal debe ser curada y purificada y que, si ésto no se produce durante su vida terrenal, tendrá lugar en sucesivas vidas futuras. San Justino (100/114 – 162/168), en sus obras habla de que las almas habitan más de una vez en un cuerpo humano.Orígenes (186-254) desarrolla largamente el tema de la reencarnación, cuestiona que las desigualdades de condiciones entre los hombres tales como el talento y la moralidad provienen de vidas anteriores. Analiza también la historia de los gemelos Esaú y Jacob, en el Antiguo Testamento, y al comprobar que ya desde el seno de su madre, Rebeca, uno de los dos venía marcado con el sello del mal y por tanto repudiado, y el otro del bien, y amado, pregunta, dado que era su primera encarnación, si ésto no resultaría una injusticia divina. Llega a la conclusión de que antes de encarnar uno tenía un pasado lleno de buenas obras y el otro un pasado de crímenes, y por tanto estima que el purgatorio es aquí donde tiene lugar, y que Dios, en su bondad y misericordia, nos concede el tiempo necesario para nuestra reforma interior.
La Biblia, según la versión que consultemos, sea católica o evangélica, presenta notables diferencias debidas a los intereses de uno u otro sector. Sin embargo coincide en varios textos en el concepto reencarnacionista. Analizaremos en esta segunda parte de nuestro estudio textos del Nuevo Testamento y las enseñanzas del Maestro Jesús. En el evangelio de Mateo, Jesús ejemplifica cual es la razón por la cual un Espíritu no vuelve a tomar de nuevo, el cuerpo en el que ya ha vivido.
“Nadie echa una pieza de paño no abatanado a un vestido viejo, porque el remiendo se llevará algo del vestido y el roto se hará mayor. Ni nadie echa el vino nuevo en cueros viejos;
de otro modo se romperían los cueros, el vino se derramaría y los cueros se perderían; sino
que se echa el vino nuevo en cueros nuevos, y así el uno y los otros se preservan.”
(Mateo 9: 16-1)
En el Evangelio de Juan, Jesús recibe la visita de Nicodemo y éste le pregunta qué sería necesario para alcanzar la perfección. Jesús le responde lo siguiente:
“En verdad te digo que quién no naciere de arriba no podrá entrar en el Reino de Dios.”
Y pregunta Nicodemo: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo? ¿Acaso puede entrar de nuevo en el seno de su madre y volver a nacer? Respondió Jesús: “En verdad, en verdad te digo que quién no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de los cielos. Lo que nace de la carne, carne es; pero lo que nace del Espíritu es Espíritu. No te maravilles de que te he dicho: Es preciso nacer de arriba. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de donde
viene ni adónde vá; así es todo nacido del Espíritu.” (Juan 3: 1-8)
Los sectores cristianos interpretan que cuando nos habla del nacer del agua está refiriéndose al bautismo. Entonces, ¿por qué Jesús reafirma que lo que nace de la carne es carne y lo que nace del Espíritu es Espíritu? Esto es perfectamente coherente con el nacer del agua, porque en aquella época se le atribuía a ésta ser el origen de la materia ya que toda la vida material depende de ella, incluso nosotros los humanos. Es evidente que somos más agua que carne, es más, antes de nacer estamos nueve meses envueltos en agua en el vientre de nuestra madre.
Encontraremos una vez más en el Evangelio de Mateo que Jesús nos habla de reencarnacion de forma evidente:
" Le preguntaron los discípulos: ¿ como, pues dicen los escribas que Elias tiene que venir primero? El respondió: Elias, en verdad, esta para llegar, y, reestabelecerá todo. Sin embargo, yo os digo: Elias ha venido ya, y no le reconocieron; antes hicieron con el lo que quisieron; de la misma manera el hijo del hombre tiene que padecer de parte de ellos. Entonces entendieron los discipulos que les hablava de Juan El Bautista." ( Mateo 17: 10-13)
¿Por qué Elías no fue reconocido? Simplemente porque el Espíritu de Elías ahora animaba otro cuerpo, el de Juan el Bautista. Jesús no afirmó que Elías era Juan el Bautista, fueron los propios discípulos los que llegaron a esa conclusión. Pero todos sabemos que Jesús, tal como demostró durante su vida terrenal, tenía conocimiento de los pensamientos de los demás; por éso no contradijo a sus discípulos sino que hizo lo contrario, legitimó lo que ellos habían dicho.
Los detractores de la doctrina reencarnacionista siempre se remiten a un pasaje de Hebreos que dice:
“Y por cuanto a los hombres les está establecido morir una vez, y después de ésto el juicio.”
(Hebreos 9: 27)
En éste texto no hay ninguna afirmación contra la reencarnación como muchos aseguran. Lo que se dijo sucede realmente, pues el cuerpo en el que habita el Espíritu morirá una sola vez; ésto es válido para todas las veces que un Espíritu reencarnará: una sola muerte para cada reencarnación.
El fenómenos de la reencarnación aparece no solamente en la literatura espírita sino también en varios textos bíblicos y en las enseñanzas del Maestro Jesús. Creer en un cielo y en un infierno es creer en un dogma, creer en el juicio final es una ignorancia, creer en la resurrección del cuerpo es creer en un Dios mágico que va en contra de sus propias leyes naturales. Yo creo positivamente que existe un Dios soberanamente justo y misericordioso que nos concede a través de la reencarnación la oportunidad de deshacernos de nuestras imperfecciones, adquiriendo,
vida tras vida, a través de nuestra reforma interior, progreso y perfeccionamiento moral.
Referencias bibliográficas:
- Biblia Sagrada, versión directa de las lenguas originales, por Leonino Nacar Fuster y Alberto Colunga.
Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 1965. (versión Católica)
- Biblia Sagrada, traducción de las Santas Escrituras,
textos hebreo y griego. Sociedad Bíblica de Pennsylvania , EEUU, 1967. (versión Evangélica